Los agentes estresantes inmunológicos son la verdadera causa del SIDA


Desde los inicios de la epidemia del SIDA existe una polémica científica internacional acerca de sus causas y soluciones. Sin embargo, de esto no se han enterado muchos debido a la censura infringida por el Ministerio de Salud de los Estados Unidos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para el SIDA (ONUSIDA) contra aquellos que no defendemos la visión oficial del SIDA. Nuestro grupo esta conformado por más de 3.000 médicos, científicos y otros investigadores de mas de 75 países incluyendo a profesores eméritos de muchas universidades y a varios galardonados con el Premio Nobel.
(Click para más información sobre el grupo de los llamados “disidentes del SIDA”) (…)

Las evidencias científicas indican que, diferente a lo sostenido oficialmente por la ONUSIDA y la OMS, no existe transmisión del SIDA de persona a persona, ni por sangre, ni de la madre al hijo, ni tampoco sexualmente (homosexual ni heterosexual). La diferente frecuencia en hombres y en mujeres de acuerdo a su estado socioeconómico, es otro indicativo de que la causa del SIDA no es el VIH.
Después de 25 años y de billones de dólares invertidos en investigación, tratamiento, prevención y control, las políticas oficiales de la ONUSIDA y de la OMS son un total fracaso. Los defensores del VIH como la causa del SIDA no han logrado la curación de un solo paciente, los tratamientos antirretrovirales que aplican son terriblemente tóxicos y generan por sí mismos el SIDA cuando se dan profilácticamente a seropositivos; y como si fuera poco, los investigadores del VIH continúan informando que no hay ninguna esperanza de vacuna a corto o mediano plazo. Oficialmente se insiste en la ecuación: VIH = SIDA = Muerte. La OMS y la ONUSIDA culpan de su fracaso a los gobiernos de los países mantenidos en subdesarrollo como lo hicieran al cierre de la reciente Conferencia Mundial del VIH/SIDA en Toronto cuando infamemente culparon al gobierno del Presidente Thabo Mbeki de Sudáfrica de ser el responsable de la epidemia del SIDA en ese país.
Sin embargo, el fracaso se debe a que todas las políticas oficiales de tratamiento, prevención y control del SIDA se basan en una premisa falsa: “que el VIH es la causa de este síndrome”.

El VIH no puede ser la causa del SIDA
Existen abundantes hechos científicos que indican cómo lo que se conoce como virus de la inmunodeficiencia humana o VIH no cumple los requisitos de la epidemiología, los de la biología ni los del sentido común para ser la causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA. El VIH no es ni necesario, ni suficiente, ni siempre antecede al desarrollo del síndrome. Así lo constatan los miles de casos de SIDA que son VIH negativos y toda una multitud de personas absolutamente sanas y que nunca desarrollan SIDA, a pesar de ser VIH positivas. Además, hay muchos individuos que primero desarrollan inmunodeficiencia y sólo después se tornan VIH positivos; lo cual indica que el fenómeno conocido como VIH antes que ser causa es un efecto de la patogénesis misma del SIDA.
El VIH, sí existiera, sería un retrovirus, es decir un virus no patógeno y por lo tanto no podría explicar las alteraciones inmunológicas, ni la patogénesis, ni las manifestaciones clínicas, ni la historia natural del SIDA. Sin embargo, existe una abundante documentación objetiva que señala cómo lo que conocemos como VIH ni siquiera es un virus con existencia real. El VIH jamás ha sido aislado ni purificado como partícula viral (virión) libre e independiente, como se hace con los virus verdaderos.
Como tampoco ha podido demostrarse que el fenómeno conocido como VIH destruya al sistema inmune y cause el SIDA, los investigadores que defienden entusiastamente al VIH como la causa del síndrome proponen a una gran variedad de agentes como cofactores o ayudadores del VIH en la génesis del SIDA. Sin embargo, esos “cofactores” son por sí mismos agentes inmunosupresores y las exposiciones múltiples, repetidas y crónicas a ellos generan SIDA sin necesidad de la presencia del VIH. Por esto prefiero llamar a esos “cofactores” agentes estresantes inmunológicos.
Los siguientes son algunos de los agentes inmunosupresores que han sido reportados como “cofactores” del VIH (agentes estresantes inmunológicos): Alcohol, cocaína, heroína, marihuana, cigarrillo, anfetaminas, nitritos volátiles como los denominados “poppers”, contaminantes químicos del medio ambiente, alergenos, citomegalovirus, virus herpes tipos 1, 2 y 6, herpes zoster, virus de Epstein Barr, adenovirus, otros retrovirus, virus de las hepatitis A, B y C, papovavirus, micoplasmas y otros superantígenos, tuberculosis, lepra, malaria, tripanosomiasis, filariasis y otras enfermedades tropicales, enfermedades de transmisión sexual, semen, sangre, factor VIII de la coagulación, miedo, temor, ansiedad, depresión, pánico, insomnio, falta de reposo, ejercicio extenuante, malas condiciones sanitarias, pobreza, malnutrición y las deficiencias vitamínicas y de antioxidantes.
El estudio cuidadoso de la literatura científica permite concluir que el SIDA no es una enfermedad infecciosa y que tampoco se transmite sexualmente. La transmisión vertical del SIDA de la madre al feto durante el embarazo y el parto o a través de la leche materna son simples mitos o suposiciones sin ninguna evidencia objetiva. La transmisión del SIDA por la sangre supuestamente infectada con el VIH, tampoco es cierta. Inclusive, investigadores que defienden al VIH como la causa del SIDA, también cuestionan con argumentos muy convincentes el mito de la transmisión del SIDA.
De otro lado, las personas “VIH negativas” que tienen niveles normales de nutrientes y de antioxidantes no se convierten a “VIH positivos” o “seropositivos”. Además, las personas “VIH positivas” que tienen niveles sanguíneos normales de nutrientes y de antioxidantes nunca desarrollan el SIDA. Inclusive la muerte de las personas que desarrollan el SIDA depende mucho mas de sus alteraciones y deficiencias nutricionales que de cualquier otro factor. Se ha demostrado además, que las madres embarazadas “VIH positivas” que tienen niveles sanguíneos normales de nutrientes y de antioxidantes durante el embarazo, dan a luz a bebés “VIH negativos”. Por lo tanto se requiere disminución de los niveles sanguíneos de nutrientes y de agentes antioxidantes para que ocurra la “seroconversión” o lo que erróneamente se conoce como “transmisión del VIH/SIDA” y lo mismo se requiere para que ocurra el progreso de “seropositivo” a desarrollar las manifestaciones clínicas del SIDA, así como la posibilidad de morir de este síndrome. Lo anterior indica claramente que la disminución de los niveles sanguíneos de nutrientes y de antioxidantes juega un papel primordial en la patogénesis del SIDA así como en el curso y pronóstico de la enfermedad.

Las verdaderas causas del SIDA
La circunstancia realmente nueva que rodea a todos los grupos de personas que con mayor frecuencia desarrollan el SIDA, es su exposición exagerada en las últimas décadas a una variedad de agentes estresantes inmunológicos que pueden tener un origen químico, físico, biológico, mental y nutricional.
Por ejemplo, lo nuevo en algunos sectores de la comunidad homosexual de los países industrializados es el uso de afrodisíacos y drogas psicoactivas iniciado en la década del setenta. En estos mismos países desarrollados, los niños que nacen con SIDA, nacen de madres expuestas durante el embarazo a drogas psicoactivas y a otros agentes estresantes. En cambio, en el África, el Asia y el Caribe las circunstancias nuevas son los niveles insoportables de pobreza a que han sido sometidos sus habitantes durante muchas décadas. Nunca antes la pobreza había sido tanta y tan generalizada y la riqueza tanta y tan concentrada en las manos de unos pocos. En estos países subdesarrollados la pobreza con todas sus consecuencias como la malnutrición, la falta de agua potable, la mala disposición de excretas y basuras, las infecciones y los parásitos son el principal factor de riesgo para el SIDA.
Los agentes estresantes inmunológicos varían por lo tanto de persona a persona, de grupo de riesgo a grupo de riesgo y de continente a continente. De otro lado, es importante mantener en mente que las evidencias científicas indican claramente que las enfermedades degenerativas del adulto dependen en gran medida de las condiciones nutricionales de la madre durante el embarazo. De igual manera, las deficiencias nutricionales durante el embarazo dan por resultado que los bebés nazcan con deficiencias inmunológicas, las cuales los pueden acompañar por el resto de sus vidas. En animales de experimentación por ejemplo, las consecuencias de la malnutrición durante el embarazo se traducen en inmunodeficiencias de los animales recién nacidos y estas deficiencias inmunológicas se transmiten hasta por tres generaciones, así las generaciones intermedias hayan sido bien alimentadas.
En los países pobres por lo tanto, la pobreza no es un hecho estático: Las evidencias científicas indican que las consecuencias de la pobreza se han estado transmitiendo de generación en generación en forma acumulativa. El hecho de que exista SIDA tanto en países pobres como en los ricos es un indicativo claro de que nuestra especie está en peligro: ¡el cuerpo humano ya no aguanta más explotación, ni más tóxicos, ni más pobreza, ni más desnutrición, ni más abuso de todo tipo!
Coincidencialmente, el SIDA aparece en distintos y distantes grupos de personas en la segunda mitad del siglo veinte, en un momento cuando el sistema inmune de los humanos ya esta saturado y se ha deteriorado seriamente, debido a exposiciones múltiples, repetidas y crónicas a agentes estresantes para el sistema inmunológico. Exposiciones que pueden ser involuntarias a través de las condiciones de vida a que son sometidas las personas y a veces voluntarias a través del estilo de vida a que son forzadas.
En las últimas décadas, estos agentes estresantes han estado en aumento constante tanto en cantidad como en variedad, en todo el planeta. Las posibilidades del sistema inmune no son infalibles ni infinitas. Ellas tienen límites. El SIDA es el peor estado de deterioro al que puede llegar el sistema inmune de las personas. En el SIDA no solamente el sistema inmune sino todos los demás sistemas corporales se encuentran seriamente deteriorados. Con el SIDA se inaugura, por lo tanto, una nueva época en la historia de las enfermedades del hombre. El incremento de agentes estresantes en el ecosistema humano está poniendo en serio peligro la preservación de nuestra especie. ¡El SIDA es una campana de alerta! Pero lo peor es que la creencia equivocada en el VIH no permite ver la grave situación en que se encuentra sumida la especie humana.
Abundantes hechos reales indican cómo una variedad de agentes estresantes para el sistema inmune, de origen químico, físico, biológico, mental y nutricional, son los verdaderos agentes etiológicos o causales del SIDA. Los agentes estresantes inmunológicos actúan por sí mismos o estimulan la producción de radicales libres del tipo de los agentes oxidantes, los cuales causan daño entre otras muchas, a las células y a las funciones inmunocompetentes. Desde el punto de vista bioquímico, el SIDA es una enfermedad por exceso de estrés oxidativo. Esta es la razón por medio de la cual los agentes antioxidantes tienen un papel crucial en el tratamiento y en la prevención del SIDA. 

Propuesta de definición para el SIDA
Para evitar continuar confundiendo a las personas de que VIH y SIDA son una misma cosa, y cómo lo que se conoce como VIH no es la causa del SIDA y además, cómo nunca se ha demostrado que éste sea un virus real, la palabra VIH debe quitarse de la definición del SIDA.
Sin embargo, cuando las personas escuchan o leen nuestros argumentos de que el VIH no existe, piensan que el SIDA tampoco existe puesto que se les ha hecho creer que VIH es igual a SIDA y viceversa. El mundo ha sido desorientado por las instituciones internacionales encargadas de la salud pública que predican la ecuación: VIH = SIDA = MUERTE; la cual ha programado y continúa programando la mente de las personas para la muerte.
¡Claro que existe SIDA! Pero no es causado por un virus llamado VIH, simplemente porque su existencia jamás se ha demostrada a nivel empírico.
Puede y debe entenderse al SIDA como la más severa de todas las inmunodeficiencias adquiridas, siendo éste un síndrome tóxico y nutricional causado por exposiciones múltiples, repetidas y crónicas a agentes estresantes para el sistema inmune, y cuya distribución varía dentro de los grupos de personas que con mayor frecuencia desarrollan el síndrome. Los agentes estresantes inmunológicos ejercen efectos inmunotóxicos, inmunogénicos o ambos, los cuales generan un estado de estrés oxidativo en las células inmunocompetentes y en las reacciones metabólicas del sistema inmune y de otros sistemas. El deterioro progresivo y continuo del trabajo del sistema inmune, lleva al individuo a un déficit severo de las funciones inmunológicas de defensa, homeostásis, y vigilancia, con la subsiguiente aparición simultánea de infecciones, neoplasias y alteraciones metabólicas. El colapso del sistema inmune causa eventualmente la muerte del individuo. 
Antes de que apareciera el SIDA a principios de la década de los ochenta del siglo XX, ya existían otras inmunodeficiencias adquiridas pero jamás de la intensidad y severidad del SIDA. Antes de 1981, las personas con inmunodeficiencias adquiridas presentaban manifestaciones clínicas del deterioro de una o máximo dos de las funciones fundamentales del sistema inmune: defensa contra agentes nocivos, vigilancia del crecimiento de tumores y equilibrio homeostático de todos los órganos y sistemas corporales. Pero con el SIDA ocurren ya al mismo tiempo, en forma simultánea y en el mismo individuo, manifestaciones clínicas de deficiencia de las tres funciones del sistema inmune; y por esta razón el SIDA se manifiesta clínicamente por medio de infecciones oportunistas, tumores oportunistas y enfermedades metabólicas oportunistas. Oportunistas, puesto que sólo se presentan después de que exista un estado de inmunodeficiencia muy severo.

Las “pruebas para VIH” no son adecuadas
Las denominadas pruebas para el VIH (ELISA, Western blot, Carga Viral) no son sensibles ni específicas para detectar infección pasada o reciente con el VIH. Mientras no se haya aislado y purificado al VIH y mientras persista la duda acerca de su existencia como un virus verdadero, no es posible garantizar que los resultados positivos en estas pruebas indiquen infección por el VIH.
Ni Luc Montagnier en el Instituto Pasteur de Paris, ni Robert Gallo en el Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos, ni Jay Levy en la Universidad de California aislaron al VIH como ellos lo sostienen en Science. Estos investigadores simplemente observaron en cultivos de linfocitos de personas con SIDA o a riesgo de desarrollarlo (estimulados con mutágenos y otros agentes oxidantes), algunas proteínas, algunas enzimas y fragmentos de ácidos nucleicos, pero jamás aislaron partículas virales libres e independientes, pues ni siquiera siguieron los pasos establecidos internacionalmente para el aislamiento de retrovirus. Como pensaron que tenían a un virus desintegrado, con las proteínas aisladas prepararon antígenos para detectar anticuerpos en contra de estas proteínas que supuestamente pertenecerían al VIH (pruebas de ELISA y de Western blot); y con los fragmentos de ácido nucleico prepararon los reactivos para la prueba de PCR, llamada arbitrariamente “carga viral”. Sin embargo, tanto las proteínas, las enzimas, como los fragmentos de ácidos nucleicos pueden perfectamente corresponder a “proteínas del estrés” liberadas por las células de los cultivos estimulados u oxidados o por las células de las personas que han estado sometidas crónicamente a muchos retos antigénicos y tóxicos con el subsiguiente estrés oxidativo, como ocurre con los grupos de personas que con mayor frecuencia desarrollan el SIDA. (…) El fenómeno conocido como VIH es entonces un marcador de intoxicación crónica e inmunodeficiencia pero no es la causa del SIDA, antes por el contrario, el fenómeno VIH es una consecuencia de la patogénesis del SIDA. Por lo tanto, ser “VIH positivo” o “seropositivo” no indica estar infectado sino estar intoxicado u oxidado; no indica tampoco haberse “infectado” a través de sus relaciones sexuales, ni durante el embarazo, el parto ni la lactancia, ni por medio de sangre supuestamente “contaminada con VIH”. Las personas VIH positivas tampoco tienen peligro de infectar a nadie, puesto que jamás se ha demostrado que el VIH sea un virus verdadero.  

Por qué se cometió el error acerca de las causas del SIDA
Este error se cometió debido a cinco factores fundamentales:
- Prejuicio microbiológico. El exceso de teoría infecciosa o prejuicio microbiológico en la mente de investigadores, profesionales de la salud, periodistas y en el público en general, ayudó a que se cometiera este error y lo mantiene y perpetua. Este prejuicio proviene de la exageración de la teoría germinal promulgada por Pasteur y Koch, la cual brindó a su tiempo algunos beneficios a la medicina. Desafortunadamente, hoy se sigue pensando como a finales del siglo XIX, que todo es infeccioso, que todo se contagia y que debe haber un microbio que lo cause. El mundo se preparó a través de un siglo de pánico a los microbios, para cometer el error acerca de la etiología del sida. No había manera de evitarlo.
- Homofobia. El hecho de que los primeros casos del SIDA se presentaran en hombres de la comunidad “gay” americana ha aumentado los sentimientos homofóbicos de todas las esferas de la sociedad contemporánea. Debido a la alta frecuencia del SIDA en hombres homosexuales de países industrializados, se decidió arbitrariamente que esta enfermedad se transmitía por relaciones sexuales anales, sin embargo, no existe ninguna evidencia científica de la llamada transmisión sexual del SIDA.
- Racismo. El hecho del incremento del SIDA en la comunidad negra americana y en las comunidades pobres del África, ha permitido que investigadores estadounidenses y europeos propongan que el SIDA se originó en el África debido a relaciones inapropiadas entre africanos y animales; para lo cual tampoco existe ninguna evidencia objetiva. Son simples concepciones racistas en las mentes de algunos investigadores que defienden al VIH como la causa del SIDA.
- La corrupción de todas las esferas de la sociedad es otro factor que ayudó a que se cometiera el error y lo perpetúa. Muchos investigadores trabajan no por el interés de servicio a sus semejantes sino por conseguir fama, reconocimientos y premios. El caso de la mala conducta científica del Dr. Robert Gallo del Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos, en sus investigaciones para “inventar” (no descubrir) al “virus del SIDA” es de conocimiento de la comunidad científica internacional y del público.
Además, se ha creado una industria del SIDA muy rentable y aquellos cientos de miles que se benefician de ella, se oponen y se opondrán con todas sus fuerzas a que se corrija el rumbo.
- Otro de los hechos que más favoreció llegar al error cometido está en la crisis que vive el establecimiento científico y por consiguiente en sus fallas en la metodología investigativa, es decir, en el incumplimiento de los requerimientos epidemiológicos. Ninguno de los postulados en que se basa la teoría infecciosa del SIDA cumple los requisitos del método investigativo. El SIDA no cumple los postulados de Koch, ni los demás requisitos de la epidemiología para ser una enfermedad infecciosa. Ninguna de las bases de la hipótesis VIH-SIDA ha sido demostrada a nivel objetivo. No son más que simples suposiciones teóricas creadas por las mentes de los generadores de esa teoría.
Prácticamente, el mundo entero se acostumbró a creer todo lo que nos dicen los llamados hombres de ciencia. Infortunadamente en la actualidad, la capacidad crítica y de cuestionamiento de las personas es prácticamente nula. No se piden las pruebas necesarias para las afirmaciones aparentemente científicas y con frecuencia los asuntos de la ciencia se definen en ruedas de prensa.
La peor epidemia que sufre el mundo contemporáneo, es una epidemia de crisis del establecimiento científico. Ésta es mucho más extensa que la epidemia del SIDA. La creencia internacional de que el SIDA es una enfermedad infecciosa y de transmisión sexual es una de las consecuencias de la crisis del establecimiento científico. Y sobrevendrán más consecuencias, a no ser que corrijamos el rumbo y tomemos una vía pavimentada con una metodología investigativa auténticamente objetiva.
Muchas personas no se han enterado aún de esta polémica debido a la terrible censura que contra nuestros puntos de vista, infringen el Ministerio de Salud de Los Estados Unidos, la OMS y la ONUSIDA.
La comunidad científica se ha equivocado muchas veces en el último siglo al considerar infecciosas muchas enfermedades que no lo son, como sucedió con la pelagra, el escorbuto y el beriberi, para mencionar sólo algunos ejemplo. El error cometido esta vez con el SIDA, tiene una magnitud muchísimo mayor por las repercusiones catastróficas sobre miles de personas que sufren de este síndrome tóxico/nutricional en diferentes grupos sociales de todos los continentes. La culpabilidad del error cometido con el SIDA recae sobre algunos pocos investigadores e instituciones de salud del gobierno de los Estados Unidos como los Centros para el Control de las Enfermedades (CDC) y los Institutos Nacionales de Salud, a los cuales les hace eco la Organización Mundial de la Salud y la ONUSIDA, éstas dos últimas agencias de las Naciones Unidas (ONU). La mayoría de las personas del mundo, simplemente le creyó ciegamente a los “hombres de ciencia” del norte. 
La OMS y la ONUSIDA reconocen que ha habido 25 millones de muertes por SIDA: muertes innecesarias que constituyen el mayor genocidio de la historia humana. Qué horror: esta vez el genocidio se comete a nombre de la ciencia…

Tratamiento y prevención del SIDA
El enfoque del SIDA como enfermedad tóxica, nutricional y oxidativa permite que esta pueda tratarse, prevenirse y erradicarse en forma efectiva, fácil y barata, como se está logrando en muchos países. Para el tratamiento del SIDA deben aplicarse los principios básicos del tratamiento de las enfermedades tóxico-degenerativas crónicas: debe suspenderse al máximo posible la exposición a agentes estresantes, desintoxicar los órganos y sistemas intoxicados y estimular al sistema inmune y otros que se encuentren debilitados. (…)
Medicamentos tales como el AZT, inhibidores de proteasa y otros antiretrovirales similares, deben eliminarse del tratamiento y de la prevención del SIDA, debido a que son agentes inmunotóxicos que contribuyen a generar el síndrome. Tampoco tiene sentido utilizar medicamentos para impedir la replicación del VIH, puesto que nunca se ha demostrado científicamente que este tenga algún papel causal en la patogénesis del SIDA. Además, es absurdo tratar de destruir a un virus cuya existencia jamás se ha demostrado. Los inhibidores de proteasa son medicamentos altamente tóxicos para todas las células humanas, pues todas utilizan proteasas para sus reacciones metabólicas. Sin embargo, la acción antioxidante de los inhibidores de proteasa hace que al comienzo de su uso haya una disminución transitoria de la prueba conocida como “carga viral” que no es otra cosa que carga de oxidación o intoxicación. Pero la misma acción y aún mejor puede lograrse, en forma permanente, con agentes antioxidantes y además, sin las acciones tóxicas de los inhibidores de proteasa sobre todos los órganos y sistemas corporales.
El control y la erradicación del SIDA son por lo tanto fácilmente posibles y ello depende de que se borre por completo el programa de muerte de la mente de las personas, se eviten las exposiciones a agentes estresantes inmunológicos, se desintoxique al individuo y se estimulen los órganos y sistemas debilitados. Debe erradicarse el mito de que ser “VIH-positivo” indica estar infectado con el virus que supuestamente causa el SIDA, puesto que ser “VIH-positivo” o “seropositivo” en realidad significa estar intoxicado u oxidado. La simple creencia o temor - programa mental - de estar infectado con “el virus del SIDA” es terriblemente tóxica para el sistema inmune y se ha convertido en una nueva causa del SIDA. Derrotar al miedo es el primer requisito para lograr éxito en el tratamiento y la prevención del SIDA: es absolutamente necesario borrar completamente de la mente el programa de que VIH = SIDA = Muerte.                                                                
Los programas y campañas actuales de prevención del SIDA, basados fundamentalmente en el denominado “sexo seguro”, con distribución generalizada de condones, no solo no han logrado disminuir las cifras del SIDA, sino que han promovido la promiscuidad. Sin embargo, los condones (sin látex ni lubricantes tóxicos), deben seguirse usando para evitar enfermedades auténticamente de transmisión sexual como la gonorrea y la sífilis, para evitar embarazos no deseados y para evitar las acciones inmunosupresoras del semen.
Igualmente las campañas estadounidenses de regalar jeringas “limpias” (sin VIH) a los drogadictos, además de ayudar a generar el SIDA, estimulan la drogadicción y el tráfico de drogas. Todas las drogas psicoactivas que se introducen al cuerpo por cualquier vía, son inmunotóxicos potentes. (…)

A los interesados en conocer más detalladamente propuestas alternativas para el tratamiento y la prevención del SIDA, se les sugiere estudiar cuidadosamente dos artículos:

Roberto Giraldo. 2007. 
Este y otros artículos del Dr. Giraldo se encuentran en su página web http://www.robertogiraldo.com


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