Desde los inicios de la epidemia
del SIDA existe una polémica científica internacional acerca de sus causas y
soluciones. Sin embargo, de esto no se han enterado muchos debido a la censura
infringida por el Ministerio de Salud de los Estados Unidos, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para el SIDA
(ONUSIDA) contra aquellos que no defendemos la visión oficial del SIDA. Nuestro
grupo esta conformado por más de 3.000 médicos, científicos y otros
investigadores de mas de 75 países incluyendo a profesores eméritos de muchas
universidades y a varios galardonados con el Premio Nobel.
(Click para más información sobre el grupo
de los llamados “disidentes del SIDA”) (…)
Las evidencias científicas indican que,
diferente a lo sostenido oficialmente por la ONUSIDA y la OMS, no existe
transmisión del SIDA de persona a persona, ni por sangre, ni de la madre al
hijo, ni tampoco sexualmente (homosexual ni heterosexual). La diferente
frecuencia en hombres y en mujeres de acuerdo a su estado socioeconómico, es
otro indicativo de que la causa del SIDA no es el VIH.
Después de 25 años y de billones de dólares
invertidos en investigación, tratamiento, prevención y control, las políticas
oficiales de la ONUSIDA y de la OMS son un total fracaso. Los defensores del
VIH como la causa del SIDA no han logrado la curación de un solo paciente, los
tratamientos antirretrovirales que aplican son terriblemente tóxicos y generan
por sí mismos el SIDA cuando se dan profilácticamente a seropositivos; y como
si fuera poco, los investigadores del VIH continúan informando que no hay
ninguna esperanza de vacuna a corto o mediano plazo. Oficialmente se insiste en
la ecuación: VIH = SIDA = Muerte. La OMS y la ONUSIDA culpan de su fracaso a
los gobiernos de los países mantenidos en subdesarrollo como lo hicieran al cierre
de la reciente Conferencia Mundial del VIH/SIDA en Toronto cuando infamemente
culparon al gobierno del Presidente Thabo Mbeki de Sudáfrica de ser el
responsable de la epidemia del SIDA en ese país.
Sin embargo, el fracaso se debe a que
todas las políticas oficiales de tratamiento, prevención y control del SIDA se
basan en una premisa falsa: “que el VIH es la causa de este síndrome”.
El
VIH no puede ser la causa del SIDA
Existen abundantes hechos científicos
que indican cómo lo que se conoce como virus de la inmunodeficiencia humana o
VIH no cumple los requisitos de la epidemiología, los de la biología ni los del
sentido común para ser la causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida o
SIDA. El VIH no es ni necesario, ni suficiente, ni siempre antecede al
desarrollo del síndrome. Así lo constatan los miles de casos de SIDA que son
VIH negativos y toda una multitud de personas absolutamente sanas y que nunca
desarrollan SIDA, a pesar de ser VIH positivas. Además, hay muchos individuos
que primero desarrollan inmunodeficiencia y sólo después se tornan VIH
positivos; lo cual indica que el fenómeno conocido como VIH antes que ser causa
es un efecto de la patogénesis misma del SIDA.
El VIH, sí existiera, sería un
retrovirus, es decir un virus no patógeno y por lo tanto no podría explicar las
alteraciones inmunológicas, ni la patogénesis, ni las manifestaciones clínicas,
ni la historia natural del SIDA. Sin embargo, existe una abundante
documentación objetiva que señala cómo lo que conocemos como VIH ni siquiera es
un virus con existencia real. El VIH jamás ha sido aislado ni purificado como
partícula viral (virión) libre e independiente, como se hace con los virus
verdaderos.
Como tampoco ha podido
demostrarse que el fenómeno conocido como VIH destruya al sistema inmune y
cause el SIDA, los investigadores que defienden entusiastamente al VIH como la
causa del síndrome proponen a una gran variedad de agentes como cofactores o
ayudadores del VIH en la génesis del SIDA. Sin embargo, esos “cofactores” son
por sí mismos agentes inmunosupresores y las exposiciones múltiples, repetidas
y crónicas a ellos generan SIDA sin necesidad de la presencia del VIH. Por esto
prefiero llamar a esos “cofactores” agentes estresantes inmunológicos.
Los siguientes son algunos de los
agentes inmunosupresores que han sido reportados como “cofactores” del VIH
(agentes estresantes inmunológicos): Alcohol, cocaína, heroína, marihuana, cigarrillo,
anfetaminas, nitritos volátiles como los denominados “poppers”, contaminantes
químicos del medio ambiente, alergenos, citomegalovirus, virus herpes tipos 1,
2 y 6, herpes zoster, virus de Epstein Barr, adenovirus, otros retrovirus,
virus de las hepatitis A, B y C, papovavirus, micoplasmas y otros
superantígenos, tuberculosis, lepra, malaria, tripanosomiasis, filariasis y
otras enfermedades tropicales, enfermedades de transmisión sexual, semen,
sangre, factor VIII de la coagulación, miedo, temor, ansiedad, depresión,
pánico, insomnio, falta de reposo, ejercicio extenuante, malas condiciones
sanitarias, pobreza, malnutrición y las deficiencias vitamínicas y de
antioxidantes.
El estudio cuidadoso de la
literatura científica permite concluir que el SIDA no es una enfermedad
infecciosa y que tampoco se transmite sexualmente. La transmisión vertical del
SIDA de la madre al feto durante el embarazo y el parto o a través de la leche
materna son simples mitos o suposiciones sin ninguna evidencia objetiva. La
transmisión del SIDA por la sangre supuestamente infectada con el VIH, tampoco
es cierta. Inclusive, investigadores que defienden al VIH como la causa
del SIDA, también cuestionan con argumentos muy convincentes el mito de la
transmisión del SIDA.
De otro lado, las personas “VIH
negativas” que tienen niveles normales de nutrientes y de antioxidantes no se convierten
a “VIH positivos” o “seropositivos”. Además, las personas “VIH positivas” que
tienen niveles sanguíneos normales de nutrientes y de antioxidantes nunca
desarrollan el SIDA. Inclusive la muerte de las personas que desarrollan el
SIDA depende mucho mas de sus alteraciones y deficiencias nutricionales que de
cualquier otro factor. Se ha demostrado además, que las madres embarazadas “VIH
positivas” que tienen niveles sanguíneos normales de nutrientes y de
antioxidantes durante el embarazo, dan a luz a bebés “VIH negativos”. Por lo
tanto se requiere disminución de los niveles sanguíneos de nutrientes y de
agentes antioxidantes para que ocurra la “seroconversión” o lo que erróneamente
se conoce como “transmisión del VIH/SIDA” y lo mismo se requiere para que
ocurra el progreso de “seropositivo” a desarrollar las manifestaciones clínicas
del SIDA, así como la posibilidad de morir de este síndrome. Lo anterior indica
claramente que la disminución de los niveles sanguíneos de nutrientes y de
antioxidantes juega un papel primordial en la patogénesis del SIDA así como en
el curso y pronóstico de la enfermedad.
Las
verdaderas causas del SIDA
La circunstancia realmente nueva
que rodea a todos los grupos de personas que con mayor frecuencia desarrollan
el SIDA, es su exposición exagerada en las últimas décadas a una variedad de
agentes estresantes inmunológicos que pueden tener un origen químico, físico, biológico,
mental y nutricional.
Por ejemplo, lo nuevo en algunos
sectores de la comunidad homosexual de los países industrializados es el uso de
afrodisíacos y drogas psicoactivas iniciado en la década del setenta. En estos
mismos países desarrollados, los niños que nacen con SIDA, nacen de madres
expuestas durante el embarazo a drogas psicoactivas y a otros agentes
estresantes. En cambio, en el África, el Asia y el Caribe las circunstancias
nuevas son los niveles insoportables de pobreza a que han sido sometidos sus
habitantes durante muchas décadas. Nunca antes la pobreza había sido tanta y
tan generalizada y la riqueza tanta y tan concentrada en las manos de unos
pocos. En estos países subdesarrollados la pobreza con todas sus consecuencias
como la malnutrición, la falta de agua potable, la mala disposición de excretas
y basuras, las infecciones y los parásitos son el principal factor de riesgo
para el SIDA.
Los agentes estresantes
inmunológicos varían por lo tanto de persona a persona, de grupo de riesgo a
grupo de riesgo y de continente a continente. De otro lado, es importante
mantener en mente que las evidencias científicas indican claramente que las
enfermedades degenerativas del adulto dependen en gran medida de las
condiciones nutricionales de la madre durante el embarazo. De igual manera, las
deficiencias nutricionales durante el embarazo dan por resultado que los bebés
nazcan con deficiencias inmunológicas, las cuales los pueden acompañar por el
resto de sus vidas. En animales de experimentación por ejemplo, las
consecuencias de la malnutrición durante el embarazo se traducen en
inmunodeficiencias de los animales recién nacidos y estas deficiencias
inmunológicas se transmiten hasta por tres generaciones, así las generaciones
intermedias hayan sido bien alimentadas.
En los países pobres por lo
tanto, la pobreza no es un hecho estático: Las evidencias científicas indican
que las consecuencias de la pobreza se han estado transmitiendo de generación
en generación en forma acumulativa. El hecho de que exista SIDA tanto en países
pobres como en los ricos es un indicativo claro de que nuestra especie está en
peligro: ¡el cuerpo humano ya no aguanta más explotación, ni más tóxicos, ni
más pobreza, ni más desnutrición, ni más abuso de todo tipo!
Coincidencialmente, el SIDA
aparece en distintos y distantes grupos de personas en la segunda mitad del
siglo veinte, en un momento cuando el sistema inmune de los humanos ya esta
saturado y se ha deteriorado seriamente, debido a exposiciones múltiples,
repetidas y crónicas a agentes estresantes para el sistema inmunológico. Exposiciones
que pueden ser involuntarias a través de las condiciones de vida a que son
sometidas las personas y a veces voluntarias a través del estilo de vida a que
son forzadas.
En las últimas décadas, estos
agentes estresantes han estado en aumento constante tanto en cantidad como en
variedad, en todo el planeta. Las posibilidades del sistema inmune no son
infalibles ni infinitas. Ellas tienen límites. El SIDA es el peor estado de
deterioro al que puede llegar el sistema inmune de las personas. En el SIDA no solamente
el sistema inmune sino todos los demás sistemas corporales se encuentran
seriamente deteriorados. Con el SIDA se inaugura, por lo tanto, una nueva época
en la historia de las enfermedades del hombre. El incremento de agentes
estresantes en el ecosistema humano está poniendo en serio peligro la preservación
de nuestra especie. ¡El SIDA es una campana de alerta! Pero lo peor es que la
creencia equivocada en el VIH no permite ver la grave situación en que se
encuentra sumida la especie humana.
Abundantes hechos reales indican cómo una variedad de
agentes estresantes para el sistema inmune, de origen
químico, físico, biológico, mental y nutricional, son los verdaderos agentes etiológicos
o causales del SIDA. Los agentes estresantes inmunológicos actúan por sí mismos
o estimulan la producción de radicales libres del tipo de los agentes
oxidantes, los cuales causan daño entre otras muchas, a las células y a las
funciones inmunocompetentes. Desde el punto de vista bioquímico, el SIDA es una
enfermedad por exceso de estrés oxidativo. Esta es la razón por medio de la
cual los agentes antioxidantes tienen un papel crucial en el tratamiento y en la
prevención del SIDA.
Propuesta
de definición para el SIDA
Para evitar continuar
confundiendo a las personas de que VIH y SIDA son una misma cosa, y cómo lo que
se conoce como VIH no es la causa del SIDA y además, cómo nunca se ha
demostrado que éste sea un virus real, la palabra VIH debe quitarse de la
definición del SIDA.
Sin embargo, cuando las personas
escuchan o leen nuestros argumentos de que el VIH no existe, piensan que el
SIDA tampoco existe puesto que se les ha hecho creer que VIH es igual a SIDA y
viceversa. El mundo ha sido desorientado por las instituciones internacionales
encargadas de la salud pública que predican la ecuación: VIH = SIDA = MUERTE;
la cual ha programado y continúa programando la mente de las personas para la
muerte.
¡Claro que existe SIDA! Pero no es
causado por un virus llamado VIH, simplemente porque su existencia jamás se ha
demostrada a nivel empírico.
Puede y debe entenderse al SIDA
como la más severa de todas las inmunodeficiencias adquiridas, siendo éste un
síndrome tóxico y nutricional causado por exposiciones múltiples, repetidas y
crónicas a agentes estresantes para el sistema inmune, y cuya distribución
varía dentro de los grupos de personas que con mayor frecuencia desarrollan el
síndrome. Los agentes estresantes inmunológicos ejercen efectos inmunotóxicos,
inmunogénicos o ambos, los cuales generan un estado de estrés oxidativo en las
células inmunocompetentes y en las reacciones metabólicas del sistema inmune y
de otros sistemas. El deterioro progresivo y continuo del trabajo del sistema
inmune, lleva al individuo a un déficit severo de las funciones inmunológicas
de defensa, homeostásis, y vigilancia, con la subsiguiente aparición simultánea
de infecciones, neoplasias y alteraciones metabólicas. El colapso del sistema
inmune causa eventualmente la muerte del individuo.
Antes de que apareciera el SIDA a
principios de la década de los ochenta del siglo XX, ya existían otras
inmunodeficiencias adquiridas pero jamás de la intensidad y severidad del SIDA.
Antes de 1981, las personas con inmunodeficiencias adquiridas presentaban
manifestaciones clínicas del deterioro de una o máximo dos de las funciones
fundamentales del sistema inmune: defensa contra agentes nocivos, vigilancia
del crecimiento de tumores y equilibrio homeostático de todos los órganos y
sistemas corporales. Pero con el SIDA ocurren ya al mismo tiempo, en forma
simultánea y en el mismo individuo, manifestaciones clínicas de deficiencia de
las tres funciones del sistema inmune; y por esta razón el SIDA se manifiesta
clínicamente por medio de infecciones oportunistas, tumores oportunistas y
enfermedades metabólicas oportunistas. Oportunistas, puesto que sólo se
presentan después de que exista un estado de inmunodeficiencia muy severo.
Las
“pruebas para VIH” no son adecuadas
Las denominadas pruebas para el
VIH (ELISA, Western blot, Carga Viral) no son sensibles ni específicas para
detectar infección pasada o reciente con el VIH. Mientras no se haya aislado y
purificado al VIH y mientras persista la duda acerca de su existencia como un
virus verdadero, no es posible garantizar que los resultados positivos en estas
pruebas indiquen infección por el VIH.
Ni Luc Montagnier en el Instituto
Pasteur de Paris, ni Robert Gallo en el Instituto Nacional de Cáncer de los
Estados Unidos, ni Jay Levy en la Universidad de California aislaron al VIH
como ellos lo sostienen en Science.
Estos investigadores simplemente observaron en cultivos de linfocitos de
personas con SIDA o a riesgo de desarrollarlo (estimulados con mutágenos y
otros agentes oxidantes), algunas proteínas, algunas enzimas y fragmentos de
ácidos nucleicos, pero jamás aislaron partículas virales libres e independientes,
pues ni siquiera siguieron los pasos establecidos internacionalmente para el
aislamiento de retrovirus. Como pensaron que tenían a un virus desintegrado,
con las proteínas aisladas prepararon antígenos para detectar anticuerpos en
contra de estas proteínas que supuestamente pertenecerían al VIH (pruebas de
ELISA y de Western blot); y con los fragmentos de ácido nucleico prepararon los
reactivos para la prueba de PCR, llamada arbitrariamente “carga viral”. Sin embargo,
tanto las proteínas, las enzimas, como los fragmentos de ácidos nucleicos
pueden perfectamente corresponder a “proteínas del estrés” liberadas por las
células de los cultivos estimulados u oxidados o por las células de las
personas que han estado sometidas crónicamente a muchos retos antigénicos y
tóxicos con el subsiguiente estrés oxidativo, como ocurre con los grupos de
personas que con mayor frecuencia desarrollan el SIDA. (…) El fenómeno conocido
como VIH es entonces un marcador de intoxicación crónica e inmunodeficiencia
pero no es la causa del SIDA, antes por el contrario, el fenómeno VIH es una
consecuencia de la patogénesis del SIDA. Por lo tanto, ser “VIH positivo” o “seropositivo”
no indica estar infectado sino estar intoxicado u oxidado; no indica tampoco
haberse “infectado” a través de sus relaciones sexuales, ni durante el
embarazo, el parto ni la lactancia, ni por medio de sangre supuestamente
“contaminada con VIH”. Las personas VIH positivas tampoco tienen peligro de
infectar a nadie, puesto que jamás se ha demostrado que el VIH sea un virus
verdadero.
Por
qué se cometió el error acerca de las causas del SIDA
Este error se cometió debido a
cinco factores fundamentales:
- Prejuicio microbiológico. El
exceso de teoría infecciosa o prejuicio microbiológico en la mente de
investigadores, profesionales de la salud, periodistas y en el público en general,
ayudó a que se cometiera este error y lo mantiene y perpetua. Este prejuicio
proviene de la exageración de la teoría germinal promulgada por Pasteur y Koch,
la cual brindó a su tiempo algunos beneficios a la medicina.
Desafortunadamente, hoy se sigue pensando como a finales del siglo XIX, que
todo es infeccioso, que todo se contagia y que debe haber un microbio que lo
cause. El mundo se preparó a través de un siglo de pánico a los microbios, para
cometer el error acerca de la etiología del sida. No había manera de evitarlo.
- Homofobia. El hecho de que los
primeros casos del SIDA se presentaran en hombres de la comunidad “gay”
americana ha aumentado los sentimientos homofóbicos de todas las esferas de la
sociedad contemporánea. Debido a la alta frecuencia del SIDA en hombres
homosexuales de países industrializados, se decidió arbitrariamente que esta
enfermedad se transmitía por relaciones sexuales anales, sin embargo, no existe
ninguna evidencia científica de la llamada transmisión sexual del SIDA.
- Racismo. El hecho del
incremento del SIDA en la comunidad negra americana y en las comunidades pobres
del África, ha permitido que investigadores estadounidenses y europeos
propongan que el SIDA se originó en el África debido a relaciones inapropiadas
entre africanos y animales; para lo cual tampoco existe ninguna evidencia
objetiva. Son simples concepciones racistas en las mentes de algunos
investigadores que defienden al VIH como la causa del SIDA.
- La corrupción de todas las
esferas de la sociedad es otro factor que ayudó a que se cometiera el error y
lo perpetúa. Muchos investigadores trabajan no por el interés de servicio a sus
semejantes sino por conseguir fama, reconocimientos y premios. El caso de la
mala conducta científica del Dr. Robert Gallo del Instituto Nacional de Cáncer
de los Estados Unidos, en sus investigaciones para “inventar” (no descubrir) al
“virus del SIDA” es de conocimiento de la comunidad científica internacional y
del público.
Además, se ha creado una
industria del SIDA muy rentable y aquellos cientos de miles que se benefician
de ella, se oponen y se opondrán con todas sus fuerzas a que se corrija el
rumbo.
- Otro de los hechos que más
favoreció llegar al error cometido está en la crisis que vive el
establecimiento científico y por consiguiente en sus fallas en la metodología
investigativa, es decir, en el incumplimiento de los requerimientos
epidemiológicos. Ninguno de los postulados en que se basa la teoría infecciosa
del SIDA cumple los requisitos del método investigativo. El SIDA no cumple los
postulados de Koch, ni los demás requisitos de la epidemiología para ser una
enfermedad infecciosa. Ninguna de las bases de la hipótesis VIH-SIDA ha sido
demostrada a nivel objetivo. No son más que simples suposiciones teóricas
creadas por las mentes de los generadores de esa teoría.
Prácticamente, el mundo entero se
acostumbró a creer todo lo que nos dicen los llamados hombres de ciencia.
Infortunadamente en la actualidad, la capacidad crítica y de cuestionamiento de
las personas es prácticamente nula. No se piden las pruebas necesarias para las
afirmaciones aparentemente científicas y con frecuencia los asuntos de la
ciencia se definen en ruedas de prensa.
La peor epidemia que sufre el
mundo contemporáneo, es una epidemia de crisis del establecimiento científico. Ésta
es mucho más extensa que la epidemia del SIDA. La creencia internacional de que
el SIDA es una enfermedad infecciosa y de transmisión sexual es una de las
consecuencias de la crisis del establecimiento científico. Y sobrevendrán más
consecuencias, a no ser que corrijamos el rumbo y tomemos una vía pavimentada
con una metodología investigativa auténticamente objetiva.
Muchas personas no se han
enterado aún de esta polémica debido a la terrible censura que contra nuestros
puntos de vista, infringen el Ministerio de Salud de Los Estados Unidos, la OMS
y la ONUSIDA.
La comunidad científica se ha
equivocado muchas veces en el último siglo al considerar infecciosas muchas
enfermedades que no lo son, como sucedió con la pelagra, el escorbuto y el
beriberi, para mencionar sólo algunos ejemplo. El error cometido esta vez con
el SIDA, tiene una magnitud muchísimo mayor por las repercusiones catastróficas
sobre miles de personas que sufren de este síndrome tóxico/nutricional en
diferentes grupos sociales de todos los continentes. La culpabilidad del error
cometido con el SIDA recae sobre algunos pocos investigadores e instituciones de
salud del gobierno de los Estados Unidos como los Centros para el Control de
las Enfermedades (CDC) y los Institutos Nacionales de Salud, a los cuales les
hace eco la Organización Mundial de la Salud y la ONUSIDA, éstas dos últimas
agencias de las Naciones Unidas (ONU). La mayoría de las personas del mundo,
simplemente le creyó ciegamente a los “hombres de ciencia” del norte.
La OMS y la ONUSIDA reconocen que
ha habido 25 millones de muertes por SIDA: muertes innecesarias que constituyen
el mayor genocidio de la historia humana. Qué horror: esta vez el genocidio se
comete a nombre de la ciencia…
Tratamiento
y prevención del SIDA
El enfoque del SIDA como
enfermedad tóxica, nutricional y oxidativa permite que esta pueda tratarse,
prevenirse y erradicarse en forma efectiva, fácil y barata, como se está
logrando en muchos países. Para el tratamiento del SIDA deben aplicarse los
principios básicos del tratamiento de las enfermedades tóxico-degenerativas
crónicas: debe suspenderse al máximo posible la exposición a agentes
estresantes, desintoxicar los órganos y sistemas intoxicados y estimular al
sistema inmune y otros que se encuentren debilitados. (…)
Medicamentos tales como el AZT,
inhibidores de proteasa y otros antiretrovirales similares, deben eliminarse
del tratamiento y de la prevención del SIDA, debido a que son agentes
inmunotóxicos que contribuyen a generar el síndrome. Tampoco tiene sentido
utilizar medicamentos para impedir la replicación del VIH, puesto que nunca se
ha demostrado científicamente que este tenga algún papel causal en la
patogénesis del SIDA. Además, es absurdo tratar de destruir a un virus cuya
existencia jamás se ha demostrado. Los inhibidores de proteasa son medicamentos
altamente tóxicos para todas las células humanas, pues todas utilizan proteasas
para sus reacciones metabólicas. Sin embargo, la acción antioxidante de los inhibidores
de proteasa hace que al comienzo de su uso haya una disminución transitoria de
la prueba conocida como “carga viral” que no es otra cosa que carga de
oxidación o intoxicación. Pero la misma acción y aún mejor puede lograrse, en
forma permanente, con agentes antioxidantes y además, sin las acciones tóxicas
de los inhibidores de proteasa sobre todos los órganos y sistemas corporales.
El control y la erradicación del
SIDA son por lo tanto fácilmente posibles y ello depende de que se borre por
completo el programa de muerte de la mente de las personas, se eviten las
exposiciones a agentes estresantes inmunológicos, se desintoxique al individuo
y se estimulen los órganos y sistemas debilitados. Debe erradicarse el mito de
que ser “VIH-positivo” indica estar infectado con el virus que supuestamente
causa el SIDA, puesto que ser “VIH-positivo” o “seropositivo” en realidad
significa estar intoxicado u oxidado. La simple creencia o temor - programa
mental - de estar infectado con “el virus del SIDA” es terriblemente tóxica
para el sistema inmune y se ha convertido en una nueva causa del SIDA. Derrotar
al miedo es el primer requisito para lograr éxito en el tratamiento y la
prevención del SIDA: es absolutamente necesario borrar completamente de la
mente el programa de que VIH = SIDA =
Muerte.
Los programas y campañas actuales
de prevención del SIDA, basados fundamentalmente en el denominado “sexo
seguro”, con distribución generalizada de condones, no solo no han logrado
disminuir las cifras del SIDA, sino que han promovido la promiscuidad. Sin
embargo, los condones (sin látex ni lubricantes tóxicos), deben seguirse usando
para evitar enfermedades auténticamente de transmisión sexual como la gonorrea
y la sífilis, para evitar embarazos no deseados y para evitar las acciones
inmunosupresoras del semen.
Igualmente las campañas
estadounidenses de regalar jeringas “limpias” (sin VIH) a los drogadictos,
además de ayudar a generar el SIDA, estimulan la drogadicción y el tráfico de
drogas. Todas las drogas psicoactivas que se introducen al cuerpo por cualquier
vía, son inmunotóxicos potentes. (…)
A los interesados en conocer más
detalladamente propuestas alternativas para el tratamiento y la prevención del
SIDA, se les sugiere estudiar cuidadosamente dos artículos:
Este y otros artículos del Dr. Giraldo se encuentran en su página web http://www.robertogiraldo.com.
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