Fui a buscar el resultado...

Nos visitó un amigo. Entró con los ojos raros, como atrás de una cortina los ojos...
 Fui a buscar el resultado: positivo.
Y los ojos le brillaron más, eran tristeza y pánico quienes los velaban. Escucharlo fue conectar con aquella María adolescente sintiendo el mismo vértigo: positivo, positivo, como cuando en los dibujitos animados se van pasando la bomba con la mecha encendida antes de que estalle, que le toque al otro, y la bomba salta de mano en mano hasta que BOOM te tocó.
Te lo dicen y explotás, bronca miedo tristeza fuerza se arremolinan, se acomodan y se turnan todo el tiempo que tardes en aceptar que simplemente alguien vio algo en el microscopio y que vos seguís siendo igual pero no. Ahora sabés que te vas a morir, aunque ya lo sabías desde niño. Ahora sabés que te vas a morir y que adentro tuyo está la muerte, micronadando en tu sangre. Enterarte es entrar en un túnel muy oscuro, que cuando lo mirás desde afuera es pequeño pero desde adentro encierra la vida toda. 
Primero sacude los vínculos. La familia profundiza la unión para contenerte, o se abre y te deja sin apoyos, y entre esos dos todos los matices. Los amigos si de verdad son amigos tiran sogas, o construyen puentes bajo los que vivís hasta que el túnel pase. Porque podés sentir que no sos vos el que pasa, que te están pasando, quiénes, los fantasmas que vivían en vos y crecieron con el diagnóstico. Los vínculos, los que fueron los que son y los que vendrán ya nunca más serán lo que fueron ni lo que serían. Antes de cada polvo vas a sentir que tenés que rendir cuentas de tu historia clínica, si lo hacés más de una vez vas a quedar en bolas en una habitación desierta, si no, puede que te lo reproches como un acto de cobardía, o puede que pienses que no te importa nada pero aún así vas a sentir un nuevo filtro para relacionarte, un filtro que a veces es un muro, otras un forro de látex, otras una especie de rara adrenalina que vas a empezar a reconocer, explorar y domesticar hasta que sea un rayo de luz que brote de la afirmación de tu vida. 
Bienvenida la certeza de la muerte si sirve para poner en duda las certezas de vida, si viene a derrumbarte, a derretirte en tu propio infierno, bienvenido el cuestionamiento de absolutamente todo lo que fuiste y lo que sos, para empezar a amar tus aciertos y tus errores, amarte cuidarte y respetarte en salud y en enfermedad.
El diagnóstico vino a revolucionarte, a centrifugarte violentamente. para hacerte ver quién sos disecado, tu parte irreductible, para hacerte elegir los líquidos con los que querés hidratar tu ser.
Para fluir. Y ahí entendés que la vida es eso nuevo que acabás de conocer.
Y ahí es cuando descubrís que sos vos quien elige si ese virus vino a matarte o a hacerte inmortal.





Comentarios